miércoles, marzo 28, 2007

Hace 300 años.


Cuando contemplamos ahora los apacibles campos de Almansa, se nos hace muy difícil imaginar que hace trescientos años, en estos mismos campos, se decidió el futuro de España y también el futuro de Europa. Hombres de diez naciones, unos cincuenta y cinco mil, se enfrentaron en una batalla, de la que ahora conmemoramos su trecientos aniversario. El trono de España estaba vacante por la muerte sin herederos de Carlos II, y dos pretendientes se lo disputaban, Felipe V por la casa de Borbón y el Archiduque Carlos por la casa de Austria. El ejército hispano-francés, que respaldaba a la casa de Borbón, y el ejército austracista, compuesto por holandeses, ingleses, portugueses, y austriacos, que hacían lo propio con la casa de Austria.
El contingente de tropas se desplegó a lo largo de seis kilómetros y medio, y a eso de las dos de la tarde del día 25 de abril comenzaron a pelear. Nos es fácil imaginar el terrible estruendo de los cañones, los cincuenta y cinco mil hombres gritando, el disparo de las armas de fuego, el dolor terrible de los heridos, la caballería cargando contra la infantería, las carreras, el polvo, el sudor, la sangre, el miedo, el alivio de los ganadores, la desesperanza de los vencidos.Se me olvidaba decir que la imagen que acompaña a este texto es de mi buen amigo y magnífico pintor Paco Catalán.