miércoles, marzo 28, 2007

Hace 300 años.


Cuando contemplamos ahora los apacibles campos de Almansa, se nos hace muy difícil imaginar que hace trescientos años, en estos mismos campos, se decidió el futuro de España y también el futuro de Europa. Hombres de diez naciones, unos cincuenta y cinco mil, se enfrentaron en una batalla, de la que ahora conmemoramos su trecientos aniversario. El trono de España estaba vacante por la muerte sin herederos de Carlos II, y dos pretendientes se lo disputaban, Felipe V por la casa de Borbón y el Archiduque Carlos por la casa de Austria. El ejército hispano-francés, que respaldaba a la casa de Borbón, y el ejército austracista, compuesto por holandeses, ingleses, portugueses, y austriacos, que hacían lo propio con la casa de Austria.
El contingente de tropas se desplegó a lo largo de seis kilómetros y medio, y a eso de las dos de la tarde del día 25 de abril comenzaron a pelear. Nos es fácil imaginar el terrible estruendo de los cañones, los cincuenta y cinco mil hombres gritando, el disparo de las armas de fuego, el dolor terrible de los heridos, la caballería cargando contra la infantería, las carreras, el polvo, el sudor, la sangre, el miedo, el alivio de los ganadores, la desesperanza de los vencidos.Se me olvidaba decir que la imagen que acompaña a este texto es de mi buen amigo y magnífico pintor Paco Catalán.

viernes, marzo 16, 2007

UN NUEVO OCEANO





Estamos asistiendo a la formación de un nuevo océano, el sexto. Ante nuestras propias narices, y poco a poco, la corteza terrestre mantiene la tensión descendente en la cuenca del Desierto del Afar,una de las regiones más inhóspitas del planeta, a caballo entre Etiopía, Eritrea y Somalia. Hace algunos años el geógrafo belga Aaron Tazieff comenzó con las mediciones en el Erta Aleh, casi en erupción permanente, y trazó una malla de testigos láser para medir con precisión la apertura de la dorsal, que afortunadamente es la primera dorsal que puede ser estudiada bajo el implacable sol del desierto. La grieta abierta ya llega a medir ocho metros de ancha en algunos lugares, lo que nos da idea de su constante actividad. El basalto ya está presente en sus fondos, y se pueden contemplar fosas de más de cien metros de profundidad. Toda la zona está, por supuesto, bajo el nivel del mar, y solo unas pequeñas elevaciones impiden que lentamente el Mar Rojo, venga a ocupar lo que en un futuro va a ser su casa habitual. El tiempo geológico es distinto del tiempo humano, y lo que para la Tierra parece inminente, tendremos que aguardar unos diez millones de años para que en una de las zonas más duras del planeta se abra un maravilloso océano.

martes, marzo 06, 2007

Los tejados dorados de Lhasa.


Con los ojos puestos en la esperanza, partió Alexandra David Neel, desde Hanoi, su querida capital del Norte de Vietnan, la entonces Indochina francesa,hacia la misteriosa Lhasa, la ciudad prohibida capital del Tibet, la ciudad de los Dalai Lamas. Partió disfrazada de mendiga, acompañada por su fiel y querido Yongden, su querido lama, dispuestos a recorrer un camino plagado de dificultades de extremos peligros atravesando pasos de montañas de más de cinco mil metros a través de interminables desfiladeros. Atrás había dejado toda su vida pasada, las comodidades de las ciudades coloniales francesas, y delante solo tenía incertidumbre, y la esperanza de entrar en Lhasa, de ver a lo lejos la imagen de su imponente Potala, de pasar por debajo de sus guarnecidas puertas, de adentrarse y recorrer sus círculos mágicos. Alexandra después de tres años de calamidades y un sin número de sufrimientos, atacada por bandidos, pudo conseguir su sueño, corría el año 1924, y la primera mujer occidental, ennegrecida su cara, pudo contemplar con sus propios ojos los dorados tejados de Lhasa.