domingo, octubre 12, 2008

El verdadero rostro de Julio Cesar.


Otra vez la casualidad, y ya van muchas veces, la que nos va a permitir conocer el verdadero rostro de uno de los hombres que han sido y siguen siendo referencia para toda nuestra cultura greco romana. Hasta ahora solo conocíamos la cara de Julio Cesar de una manera bastante idealizada, pues la mayoría de sus esculturas se hicieron bastante tiempo después de su muerte, o a través de su máscara mortuoria. De esta forma, aparece con una expresión demasiado rígida y lejana, y no nos habla del hombre de carne y hueso que late debajo de la piel. Pero ahora, como digo, la casualidad ha querido que en la orilla izquierda del Ródano, en su querida Galia, y en las proximidades de su querida Arles, se haya encontrado este busto realizado cuando todavía estaba vivo, y es cierto, la escultura nos transmite la fuerza del personaje, pero también su cansancio, el paso del tiempo, ya no es el mismo joven impetuoso que llegó a la edad viril entre las disputas de Mario y de Sila, pero mirándole a la cara, nos lo podemos imaginar subido a su caballo en medio del bosque en las frías Galias, o atravesando el Rubicón, con las ideas tan claras, o mejor, entrando en el palacio real de Alejandría, esperando ver a una Reina de Egipto, demasiado impetuosa, y demasiado inteligente, con la que luego tendría su único hijo biológico. Pero claro no se nos puede olvidar que Julio Cesar todavía está vivo en esta escultura, y que en un ya cercano marzo, Calpurnia lo va a ver salir de su casa con su deslumbrante toga blanca, con la banda roja, camino del Senado, camino que ya no haría de vuelta. Tenemos suerte de poder mirarlo a la cara