A principios del siglo XX la Hispanic Society de Nueva York encarcó al pintor Joaquín Sorolla unos lienzos murales de grandes dimensiones que resumieran los variados paisajes y el profundo tipismo de España. Sorolla, aceptó el encargo y se dispuso a pintar lo que sería la cumbre de su obra. Pasó meses y años viajando por todos los rincones del país buscando aquello que fuese resumen de una zona, o fuese profundamente singular. Viajó desde Ayamonte a Galicia, desde Galicia al País Vasco, a Navarra a Cataluña, recorrió toda Castilla, Aragón, Extremadura y por supuesto su querida Valencia, de la que él era su embajador mas preclaro. Quedaron algunas partes de España que no pudo visitar, como Murcia, Arturias, las Islas Canarias, las Islas Baleares. La Rioja y Cantabria quedaron resumidas en su obra dedicada a Castilla. De la región que mas pintó fue de Andalucía a que le dedica cinco lienzos, dos a Valencia, uno a Aragón, otro a Extremadura, otro a Galicia, otro a Navarra, otro a Cataluña, y el más grande a Castilla. Ahora se están exponiendo en Valencia, por primera vez en España. Visita obligada por la importancia de la obra. Como muestra vale un botón, sobre todo el que más me gusta de todos y el último que pintó. La pesca del atún en Ayamonte, bajo un sol tórrido casi africano en el que el toldo amarillo imprime reflejos a todos los personajes. La sangre en el suelo y los marinos de blanco, con ese blanco sorollesco tan particular. En la otra orilla se puede ver Portugal, y entrando por el Guadiana un buque de vapor. Para quedarse contemplándolo horas.
