sábado, agosto 04, 2007

Ya de vuelta



No puedo resumir en unas cuantas frases, o en unas cuantas palabras el azul intenso del Egeo, ni el perfume de las rosquillas de sésamo, ni la sensación de la brisa del mar, ni la emoción de ponerme ante los ojos de Poseidón, ni el canto atronador de las cigarras de knossos, ni el aroma del café frappé en el Gran Bretaña, servido por auténticas diosas, ni la grandeza y la geometría de la Acrópolis, ni la respiración de Elena en el teatro de Epidauro, ni el atardecer de Mikonos, ni las cristalinas aguas de Patmos, ni la sensación de sumergirme en el mar, ni la volcánica grandeza de mi querida Santorini, ni la suavidad de las calles de mármol de Efeso, y menos que eso, puedo describir el pellizco en el corazón cuando me acerco a las terrazas de Oia.